La primera cuestión que resulta llamativa es que toda la prensa y la televisión,
las redes sociales, los partidos del sistema, desde Podemos hasta Vox, el
Parlamento español, las instituciones europeas, todos, por unanimidad se han ocupado de este caso
de provocación de Marruecos al Estado español, que no es más que un episodio nuevo en su línea
ya ampliamente denunciada en este Blog de desarrollo de una política expansiva,
hegemonista, a fin de alcanzar el objetivo del Gran Magreb. Al
reconocimiento conseguido de la soberanía marroquí sobre el Sahara
Occidental por parte del imperialismo yanki en época de Trump (cuestión que en estos momentos no esté tan
clara), se unen los intentos
“legales” de considerar a las aguas territoriales de Canarias como parte de la
soberanía marroquí, los procesos de nuevas machas verdes sobre Canarias,
igual a cómo lo hace ahora sobre Ceuta, las maniobra militares conjuntos con los yankis en las
agua colindantes a Canarias, y en el mismo territorio del Sahara Occidental,
cerca de la frontera con Argelia, a todo ello, ahora se suma esta grave
provocación sobre la “plaza” colonial española de Ceuta, lo que ha abierto una
grave crisis entre ambos Estados. La circunstancia de que Ghali, presidente de
la RASD, se encuentra en un hospital del Estado español recibiendo tratamiento
médico solamente ha sido una excusa más para impulsar esa línea de provocación
por parte de Marruecos. El Estado español, mientras la situación de extorción y
provocación de Marruecos se centraba en Canarias, simplemente se ha limitado a mirar
para otro lado y tratar de contener las ansias expansionistas marroquíes a
través de más y más acuerdos de suministros de medios militares y policiales,
cuando no, directamente de millones de euros, cediendo claramente al chantaje
marroquí, cual estilo mafioso.
Todo lo relatado es público y notorio, y se ha hecho eco todos los medios
de difusión, pero la cuestión más grave es la de considerar este enfrentamiento
como lo que realmente es: el choque de intereses entre las ansias
expansionistas del régimen fascista de la dinastía alauita de Marruecos frente
a las políticas colonialistas y neocolonialistas del Estado español. Respecto
de la nefasta dinastía alauita contemporánea habría que citar a Mohamed V
-1909-1961-, fue dirigente de la guerra de la independencia 1944-1953; de Hassan
II -1929-1969-, ya en 1956 jefe del cuerpo de las fuerzas armadas reales,
nombrado príncipe heredero en 1957, y dirigió, entre otras fechorías, la
represión en 1958-58 contra los amazigh del Rif; y Mohamed VI -1999-,
que sigue al pie de la letra las políticas represivas y expansionistas
de sus ancestros.
El actual Estado nación marroquí, se instaura sobre un territorio en el que
existen varias comunidades diferenciadas, incluso con culturas diferentes como la
amazigh, dispone de un ámbito territorial “pactado” ente las élites marroquíes
y el Estado francés, antiguo estado colonialista protector, como ha
sucedido en todos los Estados nación del llamado “tercer mundo”. El hecho de
que sea un Estado dependiente y exprimido en sus recursos por los imperialismos
de todo tipo (desde EE. UU., la UE, Rusia y hasta China), no obsta para que sus
élites, dirigidas por el monarca Mohamed VI y su familia, tengan apetencias
expansionistas hacia el objetivo ya antiguo de constituir una “gran potencia”
local en el N.O. de África, en forma del Gran Magreb (cuestión que, por
otra parte le interesa a los EE. UU.). Para ello no ha dudado en
financiarse con la producción de drogas (Marruecos tiene el “mérito” de ser el
primer productor y exportador de hachís del mundo), o la utilización de sus
infraestructuras para que éstas y otras drogas circulen por el mundo; en
reconocer al Estado sionista de Israel para facilitar el apoyo estratégico que
necesita el imperialismo yanki en Oriente Medio, etc., y en practicar
directamente el colonialismo local contra el pueblo saharaui, pretendiendo
también incorporar las plazas coloniales españolas de Ceuta y Melilla, como la
neocolonia española de Canarias.
Por su parte, el Estado nación español, como potencia colonialista europea
que fue, desea mantener los enclaves coloniales de Ceuta y Melilla, lo cual no significa
que la resolución de tal situación colonial implique su restitución al Estado
marroquí. Este Estado no existía cuando ya había una administración colonial
española en estas plazas. Y en todo caso, la liberación de las comunidades y
pueblos atrapados y sojuzgados por el Estado marroquí han de encontrar
justamente su liberación destruyendo precisamente ese Estado monárquico
fascista y organizándose como comunidades libres mediante al autogobierno
asambleario. Respecto de Canarias, el Estado español mantiene una posición
neocolonialista de dominación determinada por la forma concreta en que esta
comunidad fue constituida a lo largo de los siglos, desde la conquista en el
siglo XV, frente las comunidades amazigh aquí establecidas.
Pero lo que resulta realmente paradójico, o realmente coherente, es
comprobar como al Estado español le afecta abrumadoramente una agresión del
tipo actual marroquí sobre Ceuta, con la generación de una aguda crisis
diplomática, con retirada de embajadores,
despliegue del ejército como nunca antes, etc., cuando en Canarias lo
viene haciendo Marruecos desde hace meses, con una marcha verde de más
de 25 mil personas (cuatro veces más que en Ceuta), con maniobras militares
conjuntas a espaldas del gobierno español y la OTAN, y con continuas
provocaciones a la soberanía territorial del archipiélago canario. La
explicación es que para la “integridad” del Estado nación español, Ceuta se
encuentra en un punto crítico que afecta, no solamente a la península ibérica
(territorio central del Estado), sino que constituye la “puerta de entrada” al
Mar Mediterráneo, y a Europa, directamente, mientras que Canarias está lo
suficientemente alejada de Europa, en África. ¡Eso son palabras mayores! Por
ello, las acciones neocolonialistas “españolas”, respecto de Canarias, pasan
hoy por “mirar a otro lado”, aunque, lógicamente, entiende que las
apetencias de Marruecos sobre Canarias son limitadas, como neocolonia que es,
donde existe un pueblo mestizo amazigh-europeo, de cultura esencialmente
europea, integrado en la estructura del Estado nación español, aunque con
fiscalidad diferenciada, contiene por ello mismo unas características que
harían, hoy por hoy, poco probable que Marruecos pretendiese su soberanía,
seriamente. Todo dependerá de las circunstancias históricas, claro. En el
supuesto de Ceuta, es una cuestión “militar” a “corto plazo”, pues el dominio
de Marruecos sobre Ceuta y Melilla pondría gravemente en peligro la integridad
territorial del Estado español y produciría una gran fragilidad en la
propia integridad territorial europea. Cuestiones, evidentemente que ni el
Estado nación español, ni la Unión Europea imperialista, especialmente Alemania,
van a permitir, con lo cual la crisis está servida.
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