miércoles, 19 de mayo de 2021

La provocación marroquí sobre Ceuta: el Estado español desvela su naturaleza colonialista y neocolonialista

 

La primera cuestión que resulta llamativa es que toda la prensa y la televisión, las redes sociales, los partidos del sistema, desde Podemos hasta Vox, el Parlamento español, las instituciones europeas, todos, por unanimidad se han ocupado de este caso de provocación de Marruecos al Estado español, que no es más que un episodio nuevo en su línea ya ampliamente denunciada en este Blog de desarrollo de una política expansiva, hegemonista, a fin de alcanzar el objetivo del Gran Magreb. Al reconocimiento conseguido de la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental por parte del imperialismo yanki en época de Trump (cuestión que en estos momentos no esté tan clara), se unen los intentos “legales” de considerar a las aguas territoriales de Canarias como parte de la soberanía marroquí, los procesos de nuevas machas verdes sobre Canarias, igual a cómo lo hace ahora sobre Ceuta, las maniobra  militares conjuntos con los yankis en las agua colindantes a Canarias, y en el mismo territorio del Sahara Occidental, cerca de la frontera con Argelia, a todo ello, ahora se suma esta grave provocación sobre la “plaza” colonial española de Ceuta, lo que ha abierto una grave crisis entre ambos Estados. La circunstancia de que Ghali, presidente de la RASD, se encuentra en un hospital del Estado español recibiendo tratamiento médico solamente ha sido una excusa más para impulsar esa línea de provocación por parte de Marruecos. El Estado español, mientras la situación de extorción y provocación de Marruecos se centraba en Canarias, simplemente se ha limitado a mirar para otro lado y tratar de contener las ansias expansionistas marroquíes a través de más y más acuerdos de suministros de medios militares y policiales, cuando no, directamente de millones de euros, cediendo claramente al chantaje marroquí, cual estilo mafioso.

 

Todo lo relatado es público y notorio, y se ha hecho eco todos los medios de difusión, pero la cuestión más grave es la de considerar este enfrentamiento como lo que realmente es: el choque de intereses entre las ansias expansionistas del régimen fascista de la dinastía alauita de Marruecos frente a las políticas colonialistas y neocolonialistas del Estado español. Respecto de la nefasta dinastía alauita contemporánea habría que citar a Mohamed V -1909-1961-, fue dirigente de la guerra de la independencia 1944-1953; de Hassan II -1929-1969-, ya en 1956 jefe del cuerpo de las fuerzas armadas reales, nombrado príncipe heredero en 1957, y dirigió, entre otras fechorías, la represión en 1958-58 contra los amazigh del Rif; y Mohamed VI -1999-, que sigue al pie de la letra las políticas represivas y expansionistas de sus ancestros.

 

El actual Estado nación marroquí, se instaura sobre un territorio en el que existen varias comunidades diferenciadas, incluso con culturas diferentes como la amazigh, dispone de un ámbito territorial “pactado” ente las élites marroquíes y el Estado francés, antiguo estado colonialista protector, como ha sucedido en todos los Estados nación del llamado “tercer mundo”. El hecho de que sea un Estado dependiente y exprimido en sus recursos por los imperialismos de todo tipo (desde EE. UU., la UE, Rusia y hasta China), no obsta para que sus élites, dirigidas por el monarca Mohamed VI y su familia, tengan apetencias expansionistas hacia el objetivo ya antiguo de constituir una “gran potencia” local en el N.O. de África, en forma del Gran Magreb (cuestión que, por otra parte le interesa a los EE. UU.). Para ello no ha dudado en financiarse con la producción de drogas (Marruecos tiene el “mérito” de ser el primer productor y exportador de hachís del mundo), o la utilización de sus infraestructuras para que éstas y otras drogas circulen por el mundo; en reconocer al Estado sionista de Israel para facilitar el apoyo estratégico que necesita el imperialismo yanki en Oriente Medio, etc., y en practicar directamente el colonialismo local contra el pueblo saharaui, pretendiendo también incorporar las plazas coloniales españolas de Ceuta y Melilla, como la neocolonia española de Canarias.

 

Por su parte, el Estado nación español, como potencia colonialista europea que fue, desea mantener los enclaves coloniales de Ceuta y Melilla, lo cual no significa que la resolución de tal situación colonial implique su restitución al Estado marroquí. Este Estado no existía cuando ya había una administración colonial española en estas plazas. Y en todo caso, la liberación de las comunidades y pueblos atrapados y sojuzgados por el Estado marroquí han de encontrar justamente su liberación destruyendo precisamente ese Estado monárquico fascista y organizándose como comunidades libres mediante al autogobierno asambleario. Respecto de Canarias, el Estado español mantiene una posición neocolonialista de dominación determinada por la forma concreta en que esta comunidad fue constituida a lo largo de los siglos, desde la conquista en el siglo XV, frente las comunidades amazigh aquí establecidas.

 

Pero lo que resulta realmente paradójico, o realmente coherente, es comprobar como al Estado español le afecta abrumadoramente una agresión del tipo actual marroquí sobre Ceuta, con la generación de una aguda crisis diplomática, con retirada de embajadores,  despliegue del ejército como nunca antes, etc., cuando en Canarias lo viene haciendo Marruecos desde hace meses, con una marcha verde de más de 25 mil personas (cuatro veces más que en Ceuta), con maniobras militares conjuntas a espaldas del gobierno español y la OTAN, y con continuas provocaciones a la soberanía territorial del archipiélago canario. La explicación es que para la “integridad” del Estado nación español, Ceuta se encuentra en un punto crítico que afecta, no solamente a la península ibérica (territorio central del Estado), sino que constituye la “puerta de entrada” al Mar Mediterráneo, y a Europa, directamente, mientras que Canarias está lo suficientemente alejada de Europa, en África. ¡Eso son palabras mayores! Por ello, las acciones neocolonialistas “españolas”, respecto de Canarias, pasan hoy por “mirar a otro lado”, aunque, lógicamente, entiende que las apetencias de Marruecos sobre Canarias son limitadas, como neocolonia que es, donde existe un pueblo mestizo amazigh-europeo, de cultura esencialmente europea, integrado en la estructura del Estado nación español, aunque con fiscalidad diferenciada, contiene por ello mismo unas características que harían, hoy por hoy, poco probable que Marruecos pretendiese su soberanía, seriamente. Todo dependerá de las circunstancias históricas, claro. En el supuesto de Ceuta, es una cuestión “militar” a “corto plazo”, pues el dominio de Marruecos sobre Ceuta y Melilla pondría gravemente en peligro la integridad territorial del Estado español y produciría una gran fragilidad en la propia integridad territorial europea. Cuestiones, evidentemente que ni el Estado nación español, ni la Unión Europea imperialista, especialmente Alemania, van a permitir, con lo cual la crisis está servida.


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