La idea que anima a
este grupo de amigos de diversa procedencia del Estado español, con
independencia de sus respectivas adscripciones ideológicas, pero que comparte
esencialmente el sistema de convicciones del pensador Félix Rodrigo Mora, es
contribuir a desarrollar el debate, con el propósito de que se pueda avanzar en
una comprensión del momento histórico en un sentido estratégico, dentro de la
perspectiva de definir una estrategia válida para una revolución integral.
El activismo cortoplacista impide a la gente construirse
como seres capaces de participar con esfuerzo desinteresado en un proceso de la
naturaleza del propuesto. Por lo tanto, se trata de crear ideas nuevas, nuevos caminos
superadores de los viejos “dogmas” izquierdistas del pasado, hoy tan inútiles
como utilizados por el Estado para encauzar el movimiento ciego de masas. En
esta tarea son de importancia vital dos cuestiones: participar activamente en
la construcción pre-política del sujeto; y en segundo lugar, en relación íntima
con ello, el estudio reflexionado de las cuestiones centrales hoy.
Animamos a cuantos
compartan estos propósitos a avanzar en la creación de grupos de trabajo y estudio que tomen como
referencia estos criterios.
LAS TAREAS CENTRALES HOY
1. El pensamiento
transformador debe adecuarse al momento presente. No es correcto ni posible ya
continuar con la repetición de los dogmas y utopías sociales del pasado,
plenamente fracasados hoy día. Pero esto ha de hacerse de forma crítica y
autocrítica, depurando los errores de los aciertos, huyendo tanto del
triunfalismo infantil como del pesimismo nihilista.
2. Sin desarrollar el
factor consciente nada se puede conseguir que merezca la pena, para ello debe
partirse de la experiencia reflexionada, no de cualquier apriorismo o axioma
teorético. Todo análisis de la realidad ha de tener a la verdad como único
fundamento del sistema de necesidades del ser humano.
3. No es posible una
verdadera acción revolucionaria con seres-nada. Los principios filosóficos que
han de animar a los seres humanos reales, dispuestos para la acción
trasformadora, han de ser la entrega desinteresada, la viveza intelectual, la
valentía y fortaleza, la capacidad para convivir, la modestia, la frugalidad,
el autodominio, la solidez de la voluntad y el indiferentismo ante placeres y
dolores.
4. El Estado español,
como aparato de opresión sobre el pueblo, se sostiene a partir de la
actual dictadura de naturaleza constitucional, partitocrática y parlamentarista. Por ello, el objetivo
principal debe ser una revolución integral que sustituya al Estado por un nuevo orden
basado en el autogobierno por asambleas, con la eliminación del capitalismo,
del trabajo asalariado y la explotación, que han se ser sustituidos por un sistema plural de
colectivismo.
5. Se debe repudiar el
modo de vida actual en las ciudades, destructivo de la esencia concreta humana
y de la propia naturaleza. El modelo óptimo de sociedad ha de ser rural y
popular con fundamento en la democracia autentica directa, con vida colectiva social
y económica. Por lo tanto, hay que tomar como objetivo estratégico el proceso de desurbanizar, desintrustrializar y desmaquinar la sociedad actual para salir de la situación de barbarie en que se encuentra la ciudad.
6. El feminismo de
Estado y el izquierdismo promueven hoy un régimen neo-patriarcal de
enfrentamiento entre hombres y mujeres con el fin de someter a éstas y
mantenerlas fuera de su participación decisiva en la resolución de los
problemas claves de la sociedad. Hombres y mujeres deben estar unidos, amarse y
respetarse en pie de igualdad, compartiendo las tareas de la transformación
integral del orden constituido, sin sexismo de uno u otro tipo.
7. La
autodeterminación de los pueblos oprimidos será parte del proceso de la
revolución integral, o no lo será. La libre determinación de los pueblos
oprimidos por los estados-nación, o estados-multinación global-imperialistas,
no podrá alcanzarse de la mano de las instituciones de poder de los estados o
apadrinados por éstos, ni de hipotéticos procesos «neutrales» estatistas de
liberación nacional propugnados por la izquierda o el nacionalismo burgués o
pequeño-burgués. No es posible plantearla como una «cuestión específica», ni
marginal, al contrario, debe formar parte del conjunto de tareas
transformadoras esenciales a acometer: parte de la revolución política, pero
también parte sustancial de la revolución en la conciencia, de la construcción
política de un sujeto capaz de sostener una sociedad convivencial, orientada
hacia el bien común, con respeto de las culturas, con libertad de conciencia,
libertad política y civil para todos y todas.
8. La tecnología debe
ser repudiada, no por alguna actitud romántica, sino por que realmente es una
pesadilla para los seres humanos. Su fundamento básico es militar, fortalece
continuamente al Estado y al Capitalismo, incrementa el control sobre el
trabajo y sobre las personas haciendo de éstas seres inútiles para algo
creativo, a los que se obliga a vivir en un mundo artificial, donde nada se
espera del ser humano y «todo» es producto de la industria, de la publicidad y
de la «política», y cuya finalidad es el control y explotación mejor de los
humanos. Por lo tanto la tecnología esta ayudando en la configuración de un
neo-siervo dedicado plenamente a la diabólica rutina del trabajo-consumo.
9. En oposición a la
idea de una sociedad dominada por el homo
oeconomicus, hay que plantear una sociedad que merezca el calificativo de humana, que ha de estar
basada en la moral del esfuerzo y servicio desinteresados. Una sociedad donde
lo fundamental sea la lucha por la verdad, el fomento del amor a los iguales,
entregarse al bien moral y el ardor por la revolución.
10. Una sociedad
humana ha de ser una sociedad frugal, como principio ético y objetivo racional,
a la vez. Los valores promovidos por el sistema de poder basado en el
individualismo, las ansias de riqueza, el consumo y la abundancia de goces
corporales sirven para manipular a los seres humanos, dañan la pasión por la
libertad y el esfuerzo por la virtud. Sin embargo, la frugalidad nos facilita
alcanzar metas inmateriales a la par que nos permite construirnos como seres
auténticamente humanos y preservar el medio natural destruido ya casi irremisiblemente.
Por tanto, es el entusiasmo por la autosuficiencia y la posesión mínima el
fundamento de la vida buena y de la sociedad más justa e igualitaria y no la
riqueza, como preconizan los gastados credos obreristas.