Teniendo en cuenta que los
objetivos de todas estas plataformas son, al fin y al cabo, promover la
CREACIÓN de LEYES por parte de los ESTADOS para evitar ciertas prácticas,
estamos claramente ante movimientos PRO-SISTEMA, fortalecedores del poder de
los ESTADOS, es decir, justamente lo contrario de la subversión que dicen
practicar.
Por lo demás, y pensando en las gentes tan
bienintencionadas como ingenuas que se dejan engatusar por estas incitativas,
es absurdo e infantil pretender que un ESTADO, realmente, luche contra su
propia naturaleza (el control total de la sociedad y la corrupción son dos de
ellas). Por lo tanto, dichas leyes, en caso de aprobarse, so pretexto de ir
contra las minorías poderhabientes (estatales o privadas) contra las que
supuestamente luchan estos "movimientos sociales", en la práctica
afectarían más, y como siempre, al pueblo llano. Ejemplos tenemos suficientes,
sin ir más lejos las leyes contra la evasión fiscal y la corrupción: son muchas
y variadas, y todos sabemos (y bien que nos llenamos la boca con ello) que, a
la postre, es la gente de a pie (incluidos los empleados públicos de a pie) la
que está sometida y vigilada por ellas. Y cuantas más leyes pida el pueblo,
azuzado por estos “movimientos sociales”, más fuerte estará pidiendo CADENAS,
para, de una vez por todas, oficializar su, ya de facto, ESCLAVITUD (la mental,
la peor de todas) y su irreversible grado de INFANTILIDAD y, por ende,
IRRESPONSABILIDAD.
Si el pueblo nunca es culpable de nada, nunca
asume sus responsabilidades (actitud infantil donde las haya), y sólo es
víctima... estamos ante un pueblo que implícitamente está admitiendo que
siempre debe ser tutelado desde arriba, dada su incapacidad (en tanto que
víctima y en tanto que infantil) para decidir sobre todos los aspectos de la
organización de una vida en sociedad. A
ese pueblo sólo le queda ESPERAR que “los de arriba” sean buenos con ellos...
Y respecto a esa “espera”,
concluyo con un breve texto de Ibn Asad:
Mesianismo moderno: La mentalidad mesiánica se saca de quicio en
desesperadas búsquedas profanas de un agente futuro proyectado en la política,
la ciencia, la historia, creencias neo-espiritualistas, etc. Porque poco
importa cómo se llamen y se definan, los inconscientes mesiánicos modernos
comparten algo: creer en alguien o algo exterior que llegará en un futuro más o
menos próximo. Entre ellos discuten, se critican y se combaten con dureza.
Todos esperan.
Los neo-nazis esperan el regreso de su amado Führer y su batalla
final. ¿Qué hacen mientras esperan? Ven partidos de fútbol y pegan palizas a
mendigos e indigentes.
Los comunistas esperan el fin del capitalismo y la abolición de las
clases sociales. ¿Qué hacen mientras esperan? Consumen, se disfrazan de
pordioseros, y nos aburren en las tertulias de bar.
Los transhumanistas esperan “la superación de la condición humana”
a través de la tecnología. ¿Qué hacen mientras esperan? Leen revistas de
divulgación científica, manosean su iphone, y se atiborran a pastillas para aplacar
su miedo a la muerte.
Los ecologistas esperan que la ciencia ambientalista arroje un
modelo de producción “sustentable”. ¿Qué hacen mientras esperan? Se jactan de
su santidad ciudadana por ir al trabajo en bicicleta eléctrica, darse duchas de
dos minutos y pagar el impuesto revolucionario de lo “ecológicamente correcto”.
Los raeliano-ufológicos esperan que llegue un comandante
interestelar y les lleve en su nave espacial. ¿Qué hacen mientras esperan? Ven
películas de Hollywood sobre marcianitos, se ponen gorritos estrafalarios, y
visten camisetas con el mensaje “I want to believe”.
Los miembros de los partidos políticos esperan que su partido
llegue al gobierno con su mesías negro, su mesías mujer o su mesías gay. ¿Qué
hacen mientras esperan? Ven la tele, leen sus periódicos ideológicos, y opinan
sobre nimiedades en sus blogs y redes sociales.
Los new-age esperan la era astrológica de Acuario, la llegada de un
meteorito, o el año 2012. ¿Qué hacen mientras esperan? Hablar
grandilocuentemente sobre “consciencia” y “evolución” mientras dan la tabarra
con las dietas macrobióticas, los cristales de cuarzo y los cuencos tibetanos.
Todos esperan. Todos esperan. Todos esperan. ¿Qué tienen de peculiar
estos mesiánicos modernos? Pues que a éstos, además de esperar, les da por
hacer el canelo.