Aunque cuando publicamos la anterior entrada de este blog, “El crecimiento del Estado...”, no pensábamos en “acompañar” en su serie al artículo “Desmontando estereotipos..” de José Ignacio Torreblanca, del que tomábamos el dato de la proporción del PIB en la participación en el gasto público de del RU en las últimas décadas para realizar nuestro comentario, la publicación de “Thatcher, la desigualdad y el fin de las ideologías”, nos ha animado a realizar estas reflexiones con la intención de complementar la opinión que expresábamos entonces. Así mismo, faltaríamos a la verdad si no reconociéramos que el preclaro comentario que de nuestro artículo realiza Félix Rodrigo, ha influido decisivamente en la formulación de estas consideraciones.
En “Thatcher, la desigualdad y el fin de las ideologías” J. I Torreblanca, aunque comienza reconociendo que el “legado estuvo más en la liberalización económica y la desregulación que en la reducción del tamaño del Estado (una conclusión que parece bastante extendida, véase “Thatcher’s Legacy” en The Economist)” se esfuerza en demostrar “sustanciales” diferencias, medidas como bondades y maldades, entre izquierda y derecha, mostrándose así fiel a línea socialdemócrata del diario “El País” del que es propietario el poderoso grupo editorial PRISA, que actualmente, paradojas del “negocio mediático”, tiene como socio mayoritario a un fondo de inversión de capital americano, el Liberty Acquisition Holding, y en el que también participan, en mayor o menor medida, otros “ilustres” accionistas tales como HSBC, el Grupo Santander, La Caixa o Telefónica.
Con esa posición nosotros diferimos radicalmente, pues creemos que izquierda y derecha anidan ambas en los sistemas de dictadura parlamentaria y partitocrática, siendo en última instancia la misma realidad, salvo en cuestiones secundarias de tipo clientelar; a una u otra se aúpa, dependiendo de las circunstancias y las necesidades estratégicas del Estado, al gobierno tras un proceso electoral no libre, para que sea la fachada de una estructura de poder, la corporación Estado, en la que se organizan para verdaderamente mandar las elites: militares, policiales, ministeriales, de altos funcionarios, judiciales, económicas, adoctrinadoras...
Una muestra de esto se evidenció, por ejemplo, en la guerra contra Irak donde, guiados por los intereses estratégicos de los Estados, prestaron la cara el británico gobierno laborista de Blair y el del “ultraconservador” estadounidense Bush para escenificar una alianza entre aquéllos.
Pero aun siendo ello así, que lo es, el meollo de la cuestión de esta trágica farsa no está ahí sino en la destrucción programada de la esencia concreta humana del sujeto medio, británico, “español”, europeo, a manos de Estados que efectivamente crecen exponencialmente como se aviene en admitir Torreblanca; la conversión de aquéllos en seres desustanciados, dóciles, carentes de virtud e inhábiles, sólo deseosos de consumir y propensos a ejercer una violencia “gratuita” evidenciado en las revueltas del verano de 2011 en Londres. Con ese objetivo es para lo que se destinan cuantiosos recursos en gastos militares, policiales y sociales por parte de los Estados y no por interés filantrópico alguno.
Para confundir y desviar la atención de aquella sangrante realidad que destruye a Europa, utiliza el “coeficiente Gini” sobre el que, según nuestras informaciones, no existen aceptación internacional sobre que normas se han de aplicar para su confección, por lo que podría, en función de las fuentes estadísticas empleadas, ser manipulado según el sesgo que el analista que lo aplique le imprima. Además, la página a la que se enlaza dicho coeficiente nos lleva a una tabla del Banco Mundial donde no se reflejan datos ni del RU ni de los países “ricos” en los que, sostiene, han aumentado o disminuido aquellas desigualdades dependiendo de que haya gobernado la derecha o la izquierda.
Con las disquisiciones entorno a si con la izquierda se reducen y con la derecha se aumentan las desigualdades entre “los más ricos y los más pobres”, se busca, como ya se dijo, desviar la verdadera controversia, la que enfrenta al pueblo con el Estado que lo somete y destruye, al tiempo que lo aleja del proyecto que lo podría hacer salir de esta situación de envilecimiento; proyecto cuya síntesis viene recogida en la Declaración de principios e intenciones de PdE Fº451: el de “una revolución integral que sustituya al Estado por un nuevo orden basado en el autogobierno por asambleas, con la eliminación del capitalismo, del trabajo asalariado y la explotación, que han de ser sustituidos por un sistema plural de colectivismo.” .
La otra, la estrategia del Sr. Torreblanca, es la artimaña del profesional de la manipulación y del adoctrinamiento al servicio de espurios intereses, los del Estado y el capital a los que sirve.