HOLA

sábado, 20 de abril de 2013

Algunas reflexiones complementarias a “El crecimiento del Estado...” II



Aunque cuando publicamos la anterior entrada de este blog, “El crecimiento del Estado...”, no pensábamos en “acompañar” en su serie al artículo “Desmontando estereotipos..” de José Ignacio Torreblanca, del que tomábamos el dato de la proporción del PIB en la participación en el gasto público de del RU en las últimas décadas para realizar nuestro comentario, la publicación de “Thatcher, la desigualdad y el fin de las ideologías”, nos ha animado a realizar estas reflexiones con la intención de complementar la opinión que expresábamos entonces. Así mismo, faltaríamos a la verdad si no reconociéramos que el preclaro comentario que de nuestro artículo realiza Félix Rodrigo, ha influido decisivamente en la formulación de estas consideraciones. 



En “Thatcher, la desigualdad y el fin de las ideologías” J. I Torreblanca, aunque comienza reconociendo que el “legado estuvo más en la liberalización económica y la desregulación que en la reducción del tamaño del Estado (una conclusión que parece bastante extendida, véase “Thatcher’s Legacy” en The Economist)” se esfuerza en demostrar “sustanciales” diferencias, medidas como bondades y maldades, entre izquierda y derecha, mostrándose así fiel a línea socialdemócrata del diario “El País” del que es propietario el poderoso grupo editorial PRISA, que actualmente, paradojas del “negocio mediático”, tiene como socio mayoritario a un fondo de inversión de capital americano, el Liberty Acquisition Holding, y en el que también participan, en mayor o menor medida, otros “ilustres” accionistas tales como HSBC, el Grupo Santander, La Caixa o Telefónica



Con esa posición nosotros diferimos radicalmente, pues creemos que izquierda y derecha anidan ambas en los sistemas de dictadura parlamentaria y partitocrática, siendo en última instancia la misma realidad, salvo en cuestiones secundarias de tipo clientelar; a una u otra se aúpa, dependiendo de las circunstancias y las necesidades estratégicas del Estado, al gobierno tras un proceso electoral no libre, para que sea la fachada de una estructura de poder, la corporación Estado, en la que se organizan para verdaderamente mandar las elites: militares, policiales, ministeriales, de altos funcionarios, judiciales, económicas, adoctrinadoras... 



Una muestra de esto se evidenció, por ejemplo, en la guerra contra Irak donde, guiados por los intereses estratégicos de los Estados, prestaron la cara el británico gobierno laborista de Blair y el del “ultraconservador” estadounidense Bush para escenificar una alianza entre aquéllos. 



Pero aun siendo ello así, que lo es, el meollo de la cuestión de esta trágica farsa no está ahí sino en la destrucción programada de la esencia concreta humana del sujeto medio, británico, “español”, europeo, a manos de Estados que efectivamente crecen exponencialmente como se aviene en admitir Torreblanca; la conversión de aquéllos en seres desustanciados, dóciles, carentes de virtud e inhábiles, sólo deseosos de consumir y propensos a ejercer una violencia “gratuita” evidenciado en las revueltas del verano de 2011 en Londres. Con ese objetivo es para lo que se destinan cuantiosos recursos en gastos militares, policiales y sociales por parte de los Estados y no por interés filantrópico alguno. 



Para confundir y desviar la atención de aquella sangrante realidad que destruye a Europa, utiliza el “coeficiente Gini” sobre el que, según nuestras informaciones, no existen aceptación internacional sobre que normas se han de aplicar para su confección, por lo que podría, en función de las fuentes estadísticas empleadas, ser manipulado según el sesgo que el analista que lo aplique le imprima. Además, la página a la que se enlaza dicho coeficiente nos lleva a una tabla del Banco Mundial donde no se reflejan datos ni del RU ni de los países “ricos” en los que, sostiene, han aumentado o disminuido aquellas desigualdades dependiendo de que haya gobernado la derecha o la izquierda. 



Con las disquisiciones entorno a si con la izquierda se reducen y con la derecha se aumentan las desigualdades entre “los más ricos y los más pobres”, se busca, como ya se dijo, desviar la verdadera controversia, la que enfrenta al pueblo con el Estado que lo somete y destruye, al tiempo que lo aleja del proyecto que lo podría hacer salir de esta situación de envilecimiento; proyecto cuya síntesis viene recogida en la Declaración de principios e intenciones de PdE Fº451: el de “una revolución integral que sustituya al Estado por un nuevo orden basado en el autogobierno por asambleas, con la eliminación del capitalismo, del trabajo asalariado y la explotación, que han de ser sustituidos por un sistema plural de colectivismo.” . 



La otra, la estrategia del Sr. Torreblanca, es la artimaña del profesional de la manipulación y del adoctrinamiento al servicio de espurios intereses, los del Estado y el capital a los que sirve. 

domingo, 14 de abril de 2013

El crecimiento del Estado. El caso británico desde M. Thatcher hasta la actualidad



“El Estado no ha de ser deificado
pero tampoco ignorado. Está ahí”
-Félix Rodrigo Mora-


Este pequeño estudio incide en algunos datos económicos -los publicados en artículo de José Ignacio Torreblanca en el diario El País el 10 de abril de 2013 “Desmontando estereotipos: Thatcher no redujo el tamaño del Estado británico- con la intención de acercarnos a la realidad que analiza, pero no desea caer en una visión economicista del fenómeno que pretende desentrañar: la hipertrofia en la que se desenvuelve los Estados de la modernidad reciente. 

Por ello se debe ser consciente que aquella faceta, la económica, juega un papel subordinado a su función política esencial: la voluntad de poder, la de mandar, condensada en el sometimiento de la población sobre la que se impone a través del derecho y las leyes positivas y la de los instrumentos que la hacen posible: el aparato judicial administrando su aplicación y los distintos cuerpos policiales imponiéndolas; quedando para el ejército el papel de garante de tal cumplimiento si fueran desoídas. 

Hecha esta declaración de intenciones, pasamos a sopesar el dato recogido en el artículo del bloguero del diario El País en los que indica la proporción de PIB que destinó a gasto público, entiéndase estatal, el RU desde que accedió al gobierno Margaret Thactcher, el monstruo neoliberal supuestamente llamado a acabar con el aparato estatal británico, hasta el del actual primer ministro David Cameron, dato que nos ayuda a entender el híper-crecimiento del Estado en las sociedades modernas europeas; fenómeno que en RU y, en mayor o menor medida, en el resto de países (1) ha tenido lugar independientemente del color político de los gobiernos que cada país haya soportado, desmontando al tiempo la teoría, el mito, de la izquierda “antiglobizadora” y otros movimientos afines de que fue aquélla gobernante la que “debilitó” al Estado británico en beneficio de los agentes económicos del capitalismo. 

En el caso de Estado británico la correlación de los hechos que da podrían resumirse así: nombrada primera ministra Margaret Thatcher, en 1979, el gasto estatal en el Reino Unido representaba el 44.6% del PIB, llegando con ella a subir hasta el 48.1% en 1983, récord histórico. En 1990, cuando se la hizo dimitir, el gasto se había reducido hasta el 39.2%. No obstante, el también conservador John Major, lo volvió a elevar a un nivel muy similar al que encontró Thatcher, al 43,7%. Si bien, a expensas del crecimiento económico posterior, el gasto estatal perdió peso progresivamente. Así pues, en 1997, el año en el que Major perdió las elecciones contra Blair, estaba en el 38.2%. Si bien el récord en cuanto al menor peso relativo del Estado se alcanzó con el laborista Tony Blair en el gobierno, en 2001, cuando el gasto llegó al 34.5%. Posteriormente el Gobierno de Gordon Brown (2007-2010),que logró el segundo récord en cuanto a mayor peso del Estado: 44.7% en 2010 -en ello la nacionalización, es decir la estatización, de los grandes bancos quebrados por mor de la crisis sería determinante, recuerda Torreblanca-. Finalmente, se señala, que “el heredero ideológico de Thatcher” David Cameron mantiene en la actualidad el gasto en alrededor del 43.1%. 

Sigue señalando el autor, creemos también que con buen criterio, al referirse al dato de 1983 -48.1%- que, “como consecuencia de las crisis económicas, cuando aumentan mucho los gastos sociales y se reduce la recaudación...”, el gasto estatal sube. Cierto, esta circunstancia permite entender que se está trabajando con magnitudes sometidas a los condicionantes, en lo económico, del ciclo que se analice. No se nos esconde que en épocas en las que el PIC crece a causa de uno expansivo, el dato del porcentaje relativo disminuye sin que ello suponga que el gasto estatal lo haga y, viceversa, una disminución del PIB producto de un decaer económico puede implicar un aumento de aquel índice sin que esto necesariamente implique un aumento en el gasto que acomete el Estado. 

Aceptado todo ello, la evidencia es la que es: Margaret Thachert, el Estado británico, pues ella no era más que su fachada en ese período de la historia reciente, aplicó una política económica “antisocial” en el marco de la recesión económica de aquellos primeros años de 1980, pero, lejos de debilitarse la envergadura del Estado, bien al contrario, se fortaleció mediante la percepción de fuertes dividendos con su política de privatizaciones. 

El dogma predicado por la teoría económica de corte socialdemócrata sostiene que privatizar empresas “públicas” supone debilitar al Estado “de bienestar”. La realidad lo desmiente. Siendo primera ministra Margaret Thatcher, cierto es, se privatizaron con contundencia sectores de la estructura estatal del RU, pero con ello obtuvo en 1980, por ejemplo, 28.000.000.000 de libras con la venta de las “viviendas sociales”, y también “hizo caja” con la de empresas tales que British Gas, Jaguar y Cable & Wireless y otras, al principio de su mandato, o Brithish Telecom, British Airwais, British Petroleum, British Steel o Rolls Royce y algunas más, además de la privatización de compañías eléctricas y de agua en el tercero; y ello, visto sin apriorismos dogmáticos, lejos de debilitar fortaleció al Estado con la afluencia de numerario a sus arcas, de forma inmediata con los resultados de las ventas y diferida con la percepción de impuestos que abonarán estas empresas una vez puestas en el mercado. 

La razón de Estado estará detrás de estas actuaciones, al igual que también lo estuvo cuando, con el gobierno laborista de Gordon Brown -2007/2010- ante la debacle ocasionada por el crash financiero, ese mismo Estado corrió a socorrer a las entidades financieras en bancarrota con la inyección de miles de millones de libras, estatalizándolas de facto; cumpliéndose así una ley consustancial a la naturaleza de los Estados con economía capitalista, la que le lleva a bascular entre las estatalización y la privatización de sectores económicos según la coyuntura económica le sea más o menos favorable. 

(1) Según los datos reflejados en el artículo el porcentaje de PIB destinado a gasto del Estado es en USA el 36.7%; en Eslovaquia el 36.9%; en Irlanda el 34.2%; en España el 38.7%; en Alemania el 45.8%; en los Países Bajos el 45.5%; en Suecia el 54.5%; en Francia el 53.9% y en Dinamarca 52.5%. Índices relativos