La
defensa del territorio, de lo que podría suponer su devastación por las
prospecciones petrolíferas en los fondos marinos cercanos a las costas de las
islas canarias de Lanzarote y Fuerteventura, es una justa lucha.
Estas operaciones extractoras de crudo, de
producirse, cosa que parece más que probable -actualmente se encuentran en fase
de sondeos- en aguas profundas y cercanas a la costa insular es un factor
potencialmente gravoso a sumar a los
que ya inciden dramáticamente en
la crisis medioambiental que sufre las islas, un riesgo cierto de destrucción
del ámbito natural, tal como viene siendo denunciado por distintos “agentes
sociales” del archipiélago -Federación Internacional Turoperadores; partidos políticos en el gobierno de la autonomía
canaria, CC/PSOE[i]; Cofradías de pescadores, Fundación Cesar Manrique... y movimientos
ecologistas de diversas siglas- valedores de más o menos corporativos intereses
o sentires, entre los que resulta, como poco, paradójico el que expresan las
organizaciones medioambientalistas en defensa de la “industria turística”, subsector económico
enormemente derrochador de energía y recursos naturales, degradante no sólo del
medio físico que coloniza sino también, drásticamente, de la esencia concreta
humana del personal empleado (y explotado) en laborar a su servicio.
Dicho lo anterior, deviene ineludible no perder
de vista que éste como los otros factores que alientan la crisis medioambiental
-sequía, desertización, desforestación, aumento de plagas, reducción de la
biodiversidad, prácticas nocivas agrícolas y ganaderas...-, se dan en un
contexto sometido a crisis de mayor entidad y transcendencia: las que sufren la
libertad –de conciencia, política y civil-, la esencia concreta humana y la
civilización occidental[ii].
Su aniquilación en el caso de la libertad, la destrucción programada del
sujeto y la hecatombe civilizacional, configuran en los tiempos que corren una
crisis de magnitud mastodóntica.
Sin ponerle coto, de nada
serviría -si ello fuera posible-, que no lo es dentro de la lógica de
sometimiento y explotación en la que se desenvuelve el Estado/Capital, preservar indemne el medio natural; algo que
le resulta imposible de entender, por lo general, al ya vetusto, residual e
institucionalizado movimiento ecologista que, rehén del método que lo basa todo en la
especialización, no concibe otra realidad que la del medio natural; la parte
espiritual del humano la obvia en aras de lo meramente somático, siendo en la práctica fuerzas defensoras de lo
existente.
Un trabajo, que está concebido bajo esa orientación, si bien quepa reconocerle el mérito de aportar
una descripción detallada de los daños potenciales, e incluir algunos datos
respecto de la riqueza natural de los fondos menos conocidos, es “El
debate de las prospecciones petrolíferas de REPSOL en Canarias” del miembro del
Colectivo Turcón-Ecologistas en Acción, Gilberto M. Martel Rodríguez,[iii]. Un exponente
de la visión cortoplacista, la del técnico especialista, adornada con un
discurso que reclama mayor profundidad y complejidad. Su declaración de
intenciones consiste en reclamar que se le
asigne al problema una “dimensión democrática”, entendida como el derecho del pueblo a
exponer su opinión, frente al objetivo de “intentar reducir el
debate a una cuestión técnica o de
luchas de poder entre administraciones y partidos”.
A la postre, para el
ecologista, la falta de sensibilidad con respecto al sentir popular, expresión
de lo que entiende por déficit democrático, y la vinculación del ministro con
los intereses privados de Repsol -lo “demuestra” diseccionando la composición
accionarial de la cía. Petrolera- le lleva a concluir que “no se justifica la defensa de que Repsol es una “multinacional española” y que su
defensa supone la defensa de España”.
Ciertamente no son los intereses de “España” de
los que es vocero el Sr. Soria. No: los intereses estratégicos que abandera son
los del Estado español; los de una corporación de poder, la más poderosa
militar, política, y económicamente, pues no en vano se apropió del 44% del PIB
el pasado año 2012 y que para 2014 tiene planeado aumentar su expolio al 47,4%,
que es quien verdaderamente gobierna la vida social. El petulante Ministro de
industria, una figura de segundo orden, no es más que el portavoz encargado de
transmitir las decisiones tomadas en las altas esferas de aquél por los que
realmente deciden: los altos mandos del ejército, de la policía y la justicia,
la banca estatal y cuerpos de altos funcionarios de los Ministerios y demás
organismos asimilados. Omitiendo esta realidad el ingeniero Gilberto M. se
posiciona del lado del Estado español, practica ecologismo de Estado.Diserta velando la lógica del maridaje entre
estas compañías transnacionales y los Estados que las supervisan, apoyan y
proyectan. El de la petrolera es uno más de los casos de estructura
empresarial, antaño monopolio, con la que el Estado hizo en su día, con su
privatización, y hace hoy, con los
tributos que le asigna, nutrida caja. Una realidad que echa por tierra el mito
recurrente del debilitamiento del Estado por causa de la privatización de sus
empresas[iv].
Para conocer la verdadera idiosincrasia de
emporios como el de Repsol, resulta de recomendable lectura el trabajo “Las
falacias de la globalización”, donde Esteban Vidal[v]
demuestra a las claras el papel de las transnacionales como puntas de lanza de
los Estados en sus luchas sempiternas por la hegemonía, al tiempo que
desenmascara las veleidades de la izquierda “anticapitalista” sobre los supuestos efectos –el
supra-control de este tipo de macroempresa transnacional y el de la banca en el marco del pertinaz alegato sobre la
extinción de los Estados...- de la “globalización”.
Volviendo sobre el asunto de las anunciadas prospecciones cercanas a las costas
de Lanzarote y Fuerteventura, cabrían entenderse, si damos crédito a
las voces de quienes advierten sobre la pertinencia de la formulación del
geofísico M. King Hubbert de la “teoría del
pico del petróleo” o del “cenit del petróleo”[vi],
como una de las
alternativa pensada desde la elites del poder para amortiguar los efectos de
aquél. Si cabe
pues, desde tal perspectiva, pensar que operaciones de este tipo, costosas y
arriesgadas, se enmarquen en la actuación “desesperada” por parte del Estado
español para fortalecer sus estructuras frente a las de sus competidores.
Téngase en cuenta, además, que el artefacto estatal es con mucho el mayor
consumidor de energías fósiles.
Y si “según los expertos, los
pozos canarios podrían cubrir el 10% de la demanda nacional de hidrocarburos ya
que, las estimaciones de Repsol barajan la extracción de 100.000 barriles de
crudo diarios”[vii]
la determinación, de confirmarse estos datos, parece clara. E insistimos, sea
cual fuere el rendimiento en crudo que se obtuviese, el beneficiado, militar,
política y económicamente, será el
Estado español y, en su cuota de beneficios empresariales, su instrumento la cía.
Repsol. Tal es el vínculo que en la organización social “española” sostienen
ambas entidades.[viii]
Parece oportuno introducir aquí unas breves matizaciones, apoyándonos en la
obra de Félix Rodrigo, que arrojen algo de luz sobre la incidencia que, sobre
la economía y la posibilidad de un colapso del sistema capitalista, implicaría
la disminución del flujo energético y el aumento de la carestía de su
extracción.
Primeramente, no compartimos la apreciación que atribuye un valor determinante a ese
factor, en el devenir y progresión de la crisis económica actual; nos parecen
más convincentes los argumento expuestos por Félix en el texto ya glosado
“Crisis y utopía en el siglo XXI”, de los que reproducimos el siguiente
fragmento como expresión condensada: “Lo
poco que se filtra y pasa la censura indica que, ante todo, la crisis proviene
de la hiper-extensión del Estado, como se observa particularmente en EEUU. Tal
crecimiento patológico busca robustecer a cada ente estatal en contra de sus
rivales, los otros Estados, y reforzar el control sobre la masa popular, lo que
ha disparado los costes de dominación,
noción que, desde luego, no es fácil de hallar en los manuales de economía.
...” y añade a esta causa originaria
las de la grave crisis financiera en USA; UE y Japón y la de
sobreproducción, además de la incidencia, como causa o como efecto, de la caída
de la tasa de ganancias. Por tanto, al
hecho de que la producción de petróleo haya llegado a un punto en el que
empieza a decaer, pensamos que sólo cabría concederle una función de factor
coadyuvante de la crisis.
Por extensión, tampoco nos adscribimos a la
extendida prédica apocalíptica del fin del mundo existente, debido al
agotamiento de las energías fósiles, pues también hacemos nuestra la siguiente
aseveración de Rodrigo: “No sólo (porque) la cosa no es tan simple y
elemental, ni los datos tan rotundos y sin matices como los que aquéllos
manejan, sino porque lo sustantivo del poder actual no está en el petróleo
barato ni en la estabilidad climática, sino en el dominio casi absoluto de
las conciencias logrado por los aparatos
de poder, así como en la degradación del sujeto medio, por aquéllos
igualmente inducido.[ix]
Intentemos aportar, también, alguna amplitud de
criterio en otra cuestión recurrente de la izquierda “anticapitalista” y el
ecologismo, la del manido asunto de la exaltación de las energías renovables
sin aportar siquiera un mínimo de objetividad sobre el particular. Se nos
presentan éstas -eólica, geotérmica, hidroeléctrica, maremotriz, solar,
undimotriz, biomasa, biocombustibles...- como la gran panacea, todo bondades y
ventajas. Lo que está lejos de la verdad como deja patente la aportación sobre
el tema de M. Amorós[x].
Entresacamos de su trabajo algún retazo jugoso como, por ejemplo,
el de que según el Foro Nuclear, estructura donde se coordinan las empresas del
sector de la energía atómica españolas, las fuentes de energía renovables “son un complemento inconfesable de la verdadera
producción alternativa, la nuclear, destinada a representar el 30% de la
energía producida en 2030 en la península, ...” o el de que “Cuatro multinacionales controlan el sector en el ámbito estatal, a
saber, Acciona, Iberdrola-ACS, Gamesa y Abengoa, que junto con Endesa, Unión
Fenosa, Isolux, Corporación Eólica SA, Fersa e Hidrocantábrico, poseen casi
todos los impropiamente llamados “parques” de aerogeneradores, que, siguiendo
el modelo centralizador clásico, vierten su producción a la red eléctrica
monopolista. ...” .
Más datos sobre el asunto de las
renovables que se omiten en la propaganda a su favor: el Estado español les
aportó en el periodo 2004-2008 la sustanciosa cantidad de 28.600.000 de euros
en subvenciones, convirtiendo al ente estatal en ecologista de facto.
En definitiva, aquéllas, por lo demás en el caso de la
eólica afeadora del paisaje y esquilmadora de la fauna avícola, tienen un
evidente valor estratégico para los intereses estatales y también, como no
podía ser menos, para los de la empresa multinacional que a través, por
ejemplo, de las fundaciones, es el caso de la José Manuel Entrecanales para la Cultura y la Sostenibilidad fue constituida, en
2009, con la aportación de ocho millones de euros por parte de Endesa y Acciona
para participan en la carrera del control de dichas energías, no van más allá
de representar una industria con vocación desarrollista adaptado al “modelo
verde”, al del capitalismo “sostenible”.
Cabe bregar por lo todavía existente, por lo que
pervive del medio natural, víctima de múltiples agresiones, tal que: sequía,
desertización, deforestación, aumento de plagas, reducción de la biodiversidad,
prácticas nocivas agrícolas y ganaderas,
prospecciones petrolíferas -en fondos marinos profundos en el caso –...,
e incluso potenciar actividades que contribuyan a su mejoramiento, pero debe
hacerse desmarcándonos del miope reformismo cortoplacista del eco-estatismo que
“exige” al Estado que aplique una u otra de las abundantes leyes medioambientales
en vigor, dicte nuevas o establezca moratorias, implemente energías
supuestamente renovables .... Es decir legicentrismo y reformismo, algo esto
último que además en la práctica se ha mostrado ineficiente, salvo en aspectos
secundarios, a lo largo de la historia del movimiento y aún más vano en las
actuales circunstancias de descomposición múltiple de Occidente.
Con visión estratégica, con planes y proyectos orientados
hacia la Revolución Integral, esto es, sin olvidar la meta de una sociedad con
libertad de conciencia, política y civil, gobernada por asambleas democráticas,
sin Estado ni capitalismo. Sólo a partir de ella podría ponerse freno a la
degradación e iniciarse la ardua tarea de recuperación medioambiental, en la que
se tendrán que implicar, con voluntad esforzada y altruista, muchas
generaciones presentes y futuras.
[i] Éstos, en un
claro ejercicio de populismo y demagogia buscando resarcirse del descrédito en
que están inmersos, debido a su gestión cicatera y corrupta, que adornan su
trayectoria en las islas y, además, en el caso de los nacionalistas, aplaudidas en 2003, véase
denuncia de Ecologistas en acción de
Canarias de 31 de enero del 2003, donde se señalan los grupos y movimientos
opositores al proyecto publicado en Rebelión.
[iv] El mito
del debilitamiento del Estado a partir de la política “neoliberal” de
privatización de sus empresas lo desmonta
de manera concisa D. Algarra en su entrada del blog UPAYA “ ¿La privatización
debilita al Estado?
[v] Las
falacias de la globalización. Artículo publicado en la revista digital “Portal
libertario OACA”, el 4 de junio de 2013.
[vi] Véase
en tal sentido el trabajo de Blai Dalmau Solé, "Comentarios sobre el decliveenergético mundial y el “período especial” cubano".
[viii] Informe
citado en el artículo de la versión digital de El País: “El gobierno autoriza a Repsol las prospecciones petrolíferas en Canarias, de 16 de marzo de 201.
[ix] Otro
ejemplo sangrante de la primacía de los intereses estratégicos del binomio
Estado/Capital frente a cualquier otra consideración medioambientalista es la
que protagoniza en Ecuador, país cuyo
gobierno lo preside el populista Rafael
Correa, la empresa estatal petrolera Petrex que acomete
su actividad petrolera en una zona de inmenso valor no sólo medioambiental -el Parque Nacional Yasuní de
morfología fundamentalmente selvática, que fue designado por la Unesco en 1989 como
una reserva de la biosfera- sino que, además, es parte del territorio donde se
asienta el pueblo waorani, dos de cuyas facciones, los tagaeri y taromenane,
viven en aislamiento voluntario. Para ampliar conocimientos sobre esta realidad
véase “Los taladros petroleros ya están en el Yasuní” del digital Plan V
investigación.
[x] Un
trabajo que demuestra, en el caso de la ensalzada y tenida por paradigmática
por el eco-estatismo energía eólica, con contundentes argumentos su rol
complementario con las fósiles y su carácter agresivo con el medio es “CAPITAL VIENTO ¿por qué las centrales
eólicas?” de M. Amorós.